Agentes atmosféricos
Nos vamos a centrar en dos: el viento y las heladas.
Resistencia al viento
A la hora de elegir los materiales para una cubierta y su sistema de fijación, hay que tener en cuenta el nivel de exposición del lugar concreto en que se va a situar el edificio. Algunas son zonas protegidas, por ejemplo las que se sitúan en una hondonada rodeada de colinas, mientras que otras, como el litoral costero o los puertos de montaña, son frecuentemente azotadas por el viento.
En el caso de las cubiertas inclinadas, hay que fijar las tejas y piezas mediante tornillos y otros elementos de fijación, y el número y posición de las tejas a fijar dependen del tipo de teja y de la pendiente del tejado.
En las cubiertas planas existen diferentes tipos de soluciones para las láminas impermeabilizantes, desde las de fijación mediante bandas adhesivas a la fijación mecánica, o también la impermeabilización líquida, que da lugar a una superficie continua.
Resistencia a las heladas
Ésta es especialmente crítica en el caso de las tejas, porque al estar hechas con arcilla u hormigón, ambos materiales porosos, el agua entra en esos poros, y al helarse aumenta su volumen. Este fenómeno, que se conoce como heladicidad, puede debilitar la estructura de las tejas provocando fisuras mayores e incluso roturas.
Por eso, en zonas de heladas frecuentes, es necesario elegir tejas muy poco porosas, capaces de resistir muchos ciclos de hielo-deshielo, como las tejas cerámicas klinker o las de hormigón.